Victoria siempre
La ternura entristecida, dulcemente entornada, de su mirada es su fuerza. Es majestuosa incluso sintiendo en su seno de madre la hipócrita correctio en el fruto de sus entrañas. Flagrum taxillatum, huesos y metal en el filo de las tiras de cuero que son el preludio de la asfixia de futura pura seda, del olor de sangre que el dolor no puede absorber, del ahogo sereno de reina que sabe que el mundo sólo vive en un segundo de ciencia ficción sin novela. Y seis lágrimas limpias y mansas bajo sus ojos son la única referencia que lo cuenta. Otra vez su rostro está pintado con albayalde que no oscurece en su naturaleza y en su intención, sino en las prosaicas, interesadas y espurias trabas, policromadas de efímera política, que enferman el apellido que aceptó adoptar para bien de aquellos que hoy la quieren olvidar. Victoria, Tú vencerás. Siempre.
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